En esa envenenada relación que se establece entre fuentes y periodistas, hay ocasiones donde el desencuentro es inevitable, especialmente cuando un medio publica una serie de informaciones críticas con los directivos de una empresa o institución. Cuando esto ocurre, la empresa criticada tiene varias alternativas, unas más inteligentes que otras. Puede optar por el silencio y la indiferencia. Puede intentar ofrecer su versión de los hechos, solicitando en su caso una rectificación en las páginas del diario. Puede invitar a comer al periodista encargado del tema para persuadirle de su error, dándole un contexto que quizá el redactor desconozca y que puede ser importante para interpretar la realidad. Puede intentar sobornarle, bien directamente, (recuerden los sobrecogedores) bien ofreciéndole un puesto remunerado en el gabinete de comunicación de la propia empresa. Puede amenazar con cancelar la inversión publicitaria en el medio (y ejecutar la amenaza, claro).
O también puede impedir el acceso del medio a las ruedas de prensa. Esto parece que es lo que le ha ocurrido a un redactor de El Economista cuando pretendía cubrir la presentación de resultados de Cajamadrid. De ser cierta la información publicada por este medio, se me ocurren varias cuestiones:
Dado que una empresa ha de guiarse, entre otros, por el principio de transparencia, ¿tiene algún sentido que se vete el acceso de un periódico económico a una rueda de prensa donde se presentan resultados? Parece lógico que un medio rosa no esté invitado al acto, pero ¿un periódico económico?
¿Prevalece el derecho de la empresa a seleccionar el canal informativo por el que transmitir la información sobre el derecho del lector, cliente, empleado a ser informado a través del medio informativo que estime más oportuno?
¿Negarle la información a un medio no es en el fondo restringir el derecho a la información de aquellos lectores interesados (o no) en la empresa cuestionada y que han optado libremente por ese medio?
¿Justifica una cobertura crítica con los directivos de una empresa este tipo de medidas, incluso en el supuesto de que la información publicada no sea del todo veraz (desconozco si es el caso, que conste)?
¿No existen otras vías a través de las cuales pueda la empresa defenderse?
Desde el punto de vista de las Relaciones Públicas, ¿no existen mejores estrategias de comunicación por parte de la empresa que el veto? ¿Consigue su objetivo? ¿Favorece la imagen de transparencia de la empresa?
No sé que pensarán ustedes.
2 comentarios:
Lamentablemente, existe otra versión de este tema... Publicidad??? Extorsión?? Yo no lo dije... Si Caja Madrid tuviese una publicación estoy segura de que la utilizaría para contar la verdad.
Aunque haya intereses publicitarios -y quizá alguna cuestión personal de por medio-, el veto de Caja Madrid a El Economista es un claro error de relaciones públicas.
De existir estos problemas, hay otras formas de solucionarlo.
Si analizamos la decisión con un poco de perspectiva, ¿qué ha ganado Caja Madrid con ello? Nada. Al contrario.
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