Tim Rutten, columnista de Los Angeles Times, ha vuelto a sacar a colación el fracaso del periodismo económico en la revelación de los escándalos empresariales como el de Enron. Para Rutten, sigue habiendo muchas historias que contar y de gran relevancia pública, que no salen al aire sencillamente porque su complejidad excede las habilidades de los periodistas que las cubren. En cualquier caso, Rutten afirma que el verdadero problema de aquel periodismo, quizá no tan lejano, es que:
"los periodistas económicos estaban demasiado ocupados haciendo de los ejecutivos celebridades, ofreciéndonos visitas guiadas por su vida lujosa. No tenían tiempo de echar un vistazo, comprobar las cuentas y balances y conocer las prácticas empresariales que se llevaban a cabo. En su lugar, la prensa económica nos ofrecía información personal sobre la brillantez de Ken Lay, el buen gusto de su mujer en amueblar su piso, o sobre la vida glamourosa de otros ejecutivos. Al parecer creían que los lectores no estabamos interesados en esas aburridas notas a pie de página en las cuentas de resultados".
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